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El “viaje” de Jacques Bidou

Jacques Bidou estudió Filosofía hasta que quedó atrapado de por vida al mundo del cine, desde el fundamental lado de la producción. Bidou es el segundo invitado a las clases magistrales de este año y le escuchamos una lección sobre ‘El productor del documental de creación’. Nos fuimos de viaje con este veterano ‘guardaespaldas‘ de las más de 110 películas, algunas de ellas de cineastas como Ridley Scott, Rithy Panh, , Marc Recha, Patricio Guzmán, Massoud Bakhski, Tsai Ming-Liang y un suma y sigue de grandes del cine.

“Nuestra primera película se llamaba Crónicas africanas en la que se narraba el momento único en que se pudo votar en Sudáfrica en 1994. Nos interesó esa mirada interior de gente del lugar en un proyecto muy político. Nuestra productora JBA Production está muy vinculada a la política, nuestra generación ha estado muy comprometida”, ha contado Bidou, tras mostrarnos una secuencia de la película, llena de ese momento mágico vivido por los negros en Sudáfrica cuando al fin votaron libremente contra el apartheid.

“Nuestro trabajo en un gran viaje en el que la relación con el creador es fundamental. Cuando arrancamos un proyecto lo hacemos desde el deseo del creador, esa bola de energía que queremos ampliar. ¿Cómo trabajamos?”

Relató desde la importancia “del primer encuentro” entre cineasta y productor y puso el ejemplo de aquel joven director camboyano, Rithy Panh que se presentó con un proyecto de 300 páginas. “Pasamos tres días intensos para ver en qué punto se encontraba él; los dos sabíamos que de ahí iba a salir una película”.

“Producir cine es un viaje -reitera- es meterse en un velero durante un tiempo en el que quedas confinado y hay que estar atento a ese compromiso de creación que se vincula al deseo del cineasta. Por tanto, éste debe ser fuerte porque lo peor para un productor sería tener que acabar haciendo la película mejor que su propio director”, ironizó.

Siguió marcando las pautas que deben tener los de su oficio: “deseo, porque hemos de convencer y enfrentarnos a muchos tiburones”; “ganas de aprender y no tener la actitud del turista que pasea sin interesarle realmente nada, porque hay que ser humildes”; y, “son fundamentales la ética y la generosidad”. En ese sentido, quien sea racista, xenófobo, que no se acerque con un proyecto bajo el brazo. Bidou no lo producirá porque en su código “si no hay posición ética, no hay película”.

Pasó a la segunda fase, el desarrollo del proyecto, donde la protección del cineasta es muy importante porque es el momento que reclama más tiempo, el de la soledad del corredor de fondo donde hay que escribir, pensar… De ahí, la siguiente maniobra en la travesía del velero es encontrar el modo de producción, buscar el equipo, establecer el tiempo, los lugares. “Es cuando se crea la complicidad entre cineasta y productor”, opina Bidou.

Aconsejó “no dejar al director que se vaya con la mochila vacía porque cuanto más conocimiento tenga, más libertad tendrá”, de la misma manera que indicó que un cineasta debe ser tranquilo. Un desiderátum que puede romper los nervios. Hay más de un caso.

Entre la complicidad, la asunción de un proyecto ético, con transparencia en el proceso, y esa mirada de quien sabe que sí, definitivamente, me embarco, en esta aventura contigo, Bidou ha hecho posible que seamos unos cuantos miles, millones quizá, los que hayamos disfrutado de algunas de las películas que ha producido. Buena travesía.

Lourdes Durán

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